Doblemente refugiados. Esta es la situación de los más de 110 000 refugiados palestinos que, al huir de la guerra de Siria hace 3 años, encontraron en el Líbano un refugio temporal. De éstos, 32 000 aún continúan en este país a la espera de poder emigrar a Europa para encontrar un futuro mejor. Te lo cuento en el siguiente reportaje.
10 años después, ¿seguimos siendo humanos?
El inhumano y criminal bloqueo que el gobierno israelí impone sobre Gaza cumple 10 años. Casi 2 millones de personas están encerradas en un territorio considerado la cárcel al aire libre más grande del mundo que, según la ONU, será inhabitable dentro de 4 años. Hoy me pregunto: 10 años después, ¿seguimos siendo humanos? En la búsqueda de alguna respuesta, recuerdo unos fragmentos del prólogo que Ilan Pappé escribió en agosto de 2009 en el libro ‘Gaza, seguimos siendo humanos’ del activista Vittorio Arrigoni.
«La política genocida [israelí] empezó a aplicarse seriamente en el primer mes de 2007, alcanzando su horrible crescendo en enero de 2009. Ya en 2007 el número de víctimas fue elevado: trescientas personas murieron en Gaza, incluyendo docenas de niños. (…) El territorio de Gaza se convirtió en campos de la muerte, también gracias al empleo de las formas de armamento más avanzadas, cuyo uso está estrictamente prohibido por la comunidad internacional y considerado como crimen de guerra.
(…) Cada acto -ya se trate de limpieza étnica, ocupación, masacre o destrucción- ha sido presentado siempre como moralmente justo y como un acto de genuina autodefensa, cometido renuentemente por Israel en su guerra contra la peor clase de seres humanos.
(…) La pretensión de superioridad moral es un poderoso acto de autonegación y justificación. Permite explicar por qué la sociedad judía israelí no reaccionará movida sólo por sabias palabras, por la fuerza de la razón o el diálogo diplomático. Y si uno no quiere promover la violencia como manera de enfrentarse a esta situación, sólo hay un camino a seguir: desafiar frontalmente la superioridad moral de una ideología destinada a encubrir inhumanas atrocidades.
(…) Parece que incluso los más horrendos crímenes, como el genocidio de Gaza, son tratados como sucesos aislados, desconectados de cualquier otro acontecimiento del pasado, sin relación alguna con ideología o sistema de pensamiento».
10 años depués toca recordar cifras. Nunca me ha gustado hacerlo porqué en ellas se esconden personas convertidas en números. Un inicio de normalización de lo que debería ser no-normalizable. La escritora y periodista Teresa Aranguren en el libro ‘Palestina, el hilo de la memoria’ lo describe como indiferencia. Esa que es mucho peor que el odio porqué en ella se “despoja de identidad al otro; siempre lo excluye de la categoria de un ‘nosotros’ dotado de derechos, necesidades, sentimientos y aspiraciones que el otro no tiene”.
10 años después, estas son las cifras. Leámoslas con nombres y apellidos. Sigamos siendo humanos.
Periodismo y manipulación
«Los medios de comunicación son la fuente principal de creación de imágenes del mundo exterior en las mentes de las personas». Así definía el sociólogo Walter Lippmann los medios de comunicación. Él creía que los seres humanos necesitamos interpretar el mundo que nos rodea y que, en este sentido, los medios tienen la misión de «simplificar la realidad». Es desde este punto donde nos debemos situar para empezar a analizar la relación entre el periodismo y los poderes políticos.
Desde la Revolución Francesa los medios de comunicación han sido reconocidos como el cuarto poder en el sistema democrático, detrás de los tres tradicionales. Con el tiempo, los medios de comunicación han tenido la tentación de erigirse en el primer poder, con un plus de representación que no es aquel que la democracia tradicional les tenía reservada.
Los medios de comunicación están generando unos «titulares cada vez más interpretativos de una voluntad y distantes con la realidad». Así concluye Media.cat un análisis sobre la línea editorial de la prensa en los últimos meses. Un caso de análisis son las portadas publicadas en los diversos medios catalanes y españoles el día después de las elecciones celebradas el 27-S en Cataluña. Las interpretaciones hechas por diversos medios son ejemplos de la incidencia política que se genera a través de los medios de comunicación que contribuyen, de esta forma, a la suplantación de la opinión pública por parte de la opinión publicada. Estos artículos incumplen, entre otros, el primer axioma del código deontológico del Col·legi de Periodistes de Catalunya: «observar siempre una clara distinción entre los hechos y opiniones o interpretaciones, evitando toda confusión o distorsión deliberada de ambas cosas, así como la difusión de conyeturas y rumores como si se tratara de hechos».
En la actualidad, los medios de comunicación manipulan la información para satisfacer ciertos requerimientos provenientes de poderes políticos y, también, empresariales. De este modo, tal y como apunta el periodista Pascual Serrano en el libro Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo, «los medios convierten la información en mercancía». Serrano explica cómo los medios utilizan el lenguaje para servir sus propios objetivos a través de «la utilización de un lenguaje aparentemente neutral cuando se está opinando». Se trata de una «neutralidad cuando hay parcialidad y distanciamiento cuando el medio se está implicando».
Estas malas praxis periodísticas perjudican la relación de confianza establecida entre los medios de comunicación y su público. Hay que hacer valer, pues, la máxima del periodista José Manuel Martín que dice: «El buen periodismo es lo que potabiliza la información para nutrir democráticamente los ciudadanos».