«Los medios de comunicación son la fuente principal de creación de imágenes del mundo exterior en las mentes de las personas». Así definía el sociólogo Walter Lippmann los medios de comunicación. Él creía que los seres humanos necesitamos interpretar el mundo que nos rodea y que, en este sentido, los medios tienen la misión de «simplificar la realidad». Es desde este punto donde nos debemos situar para empezar a analizar la relación entre el periodismo y los poderes políticos.

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Desde la Revolución Francesa los medios de comunicación han sido reconocidos como el cuarto poder en el sistema democrático, detrás de los tres tradicionales. Con el tiempo, los medios de comunicación han tenido la tentación de erigirse en el primer poder, con un plus de representación que no es aquel que la democracia tradicional les tenía reservada.

Los medios de comunicación están generando unos «titulares cada vez más interpretativos de una voluntad y distantes con la realidad». Así concluye Media.cat un análisis sobre la línea editorial de la prensa en los últimos meses. Un caso de análisis son las portadas publicadas en los diversos medios catalanes y españoles el día después de las elecciones celebradas el 27-S en Cataluña. Las interpretaciones hechas por diversos medios son ejemplos de la incidencia política que se genera a través de los medios de comunicación que contribuyen, de esta forma, a la suplantación de la opinión pública por parte de la opinión publicada. Estos artículos incumplen, entre otros, el primer axioma del código deontológico del Col·legi de Periodistes de Catalunya: «observar siempre una clara distinción entre los hechos y opiniones o interpretaciones, evitando toda confusión o distorsión deliberada de ambas cosas, así como la difusión de conyeturas y rumores como si se tratara de hechos».

En la actualidad, los medios de comunicación manipulan la información para satisfacer ciertos requerimientos provenientes de poderes políticos y, también, empresariales. De este modo, tal y como apunta el periodista Pascual Serrano en el libro Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo, «los medios convierten la información en mercancía». Serrano explica cómo los medios utilizan el lenguaje para servir sus propios objetivos a través de «la utilización de un lenguaje aparentemente neutral cuando se está opinando». Se trata de una «neutralidad cuando hay parcialidad y distanciamiento cuando el medio se está implicando».

Estas malas praxis periodísticas perjudican la relación de confianza establecida entre los medios de comunicación y su público. Hay que hacer valer, pues, la máxima del periodista José Manuel Martín que dice: «El buen periodismo es lo que potabiliza la información para nutrir democráticamente los ciudadanos».